Mayo no es sólo el mes en el que se celebran la mayor parte de las bodas, se trata del mes de las primeras comuniones. Y aunque se trate de un nicho de mercado bastante menospreciado por los fotógrafos que se dedican a otros palos, es una muy buena oportunidad para poner en juego nuestra creatividad y embolsarnos una importante cantidad de dinero.
Es cierto que hasta hace bien poco los fotógrafos que se dedican de manera exclusiva a las comuniones han trabajado con una serie de fijaciones estéticas que pueden espantar hasta al más pintado, pero los tiempos cambian y los clientes demandan cada vez más otro tipo de fotografía, que se acerca más a la artística que a la sacra.
A lo largo de estas próximas entradas veremos, a través de una serie de consejos, las claves para no naufragar ante tu primera comunión.
1. Sé honesto: si no estás a la altura, no lo hagas
Cuando uno se plantea ser fotógrafo se imagina cubriendo eventos a destajo, recibiendo importantes emolumentos por cubrir ceremonias de diversa índole. Uno se dice que sí, que le gustaría publicar fotografías de extrañas costumbres animales en National Geographic, pero que mientras no cae la breva hay que ganarse la vida realizando este tipo de trabajos.
Pero no hay que llevarse a engaño: la fotografía de comuniones es tan digna, difícil y estricta como cualquier otra. Requiere de talento, preparación, profesionalidad y un buen equipo. Así que antes de proponer tus servicios o aceptar un encargo familiar, mira tus fotos, luego tu equipo, y pregúntate si eres capaz de cubrir un evento de estas dimensiones.
Piensa que si metes la pata es probable que tardes mucho más tiempo en salir adelante en esto de la fotografía.
2. Entiende qué es exactamente lo que te están pidiendo
No todas las comuniones son iguales, y hay que ser conscientes de si somos capaces de ofrecer lo que nos piden. Hay comuniones clásicas en las que se busca una serie de registros estéticos que pueden estar muy alejados de lo que nos gusta hacer; mientras que también las hay más modernas, en las que nos pedirán un perfil más creativo.
En cualquier caso, vuelve a ser honesto y trabaja sólo aquellas comuniones que se ajusten a tus registros gráficos.
3. El equipo
Como sucede con todos los negocios, en el mundo de la fotografía, si no inviertes, no obtienes beneficios. Uno no se hace con un buen equipo en dos días, y conviene ser conscientes de que, aunque el equipo no hace al fotógrafo, éste ayuda a obtener los resultados que buscamos o que nos piden.
En el caso de la fotografía de comuniones nuestro mayor enemigo será, como en las bodas, el ruido, por lo que será indispensable trabajar con objetivos luminosos y sensores de tamaño considerable. Piensa que una iglesia, donde se celebra la parte más relevante del evento, es un lugar en el que se pone a prueba la capacidad de nuestra cámara para manejar las escenas mal iluminadas, por lo que piénsatelo dos veces si crees que con una compacta o un iPhone podrás obtener buenos resultados.
En cualquier caso, como vas a trabajar básicamente retratos desde diferentes distancias (no, no puedes subirte al altar a hacer fotos), lo ideal es disponer de un angular, un 50mm y un tele.