Una vez considerados todos los momentos esenciales dentro de la fotografía de comunión, terminamos este breve tutorial centrándonos en el procesado, no sin antes ver de forma somera el final de fiesta del evento: la celebración.
La celebración
Mientras los mayores dan buena cuenta del banquete y se prodigan en chascarrillos y peticiones de fotos en grupo, los niños disfrutan, habitualmente desatendidos, la verdadera celebración de la comunión.
Como las carreras y los juegos suelen desarrollarse en espacios abiertos, vamos a disponer de una magnífica luz para sacarle todo el partido a nuestra creatividad; y aunque haya que respetar algún que otro momento oficioso (la tarta y la piñata), nuestro trabajo va a asemejarse mucho al de un fotoperiodista.
Es necesario dejarse llevar por la intuición y seguir las evoluciones de los niños esperando (o buscando) ese momento oportuno en el que sucede algo significativo. Aunque los rostros expresivos de aquéllos nos van a servir como comodín para realizar retratos (mejor si son robados y tiramos de un tele para no inmiscuirnos), lo más valioso será siempre captar el momento oportuno en el que se produce una confidencia o en el que se aprecia algo extraordinario.
El procesado
Para terminar, vamos a considerar una serie de normas elementales para darle forma a todo el material gráfico obtenido durante la primera comunión, teniendo muy presente que no debemos buscar lo mismo en todas y cada una de las partes del evento.
Así, tanto las fotografías de la pre-comunión como las de la ceremonia deben ser cabales. Es decir: debemos atenernos a las normas compositivas más elementales y sólo salirnos del tiesto de vez en cuando. Debemos trabajar adecuadamente el ruido y no forzar el enfoque. Asimismo, es aconsejable no pasarse con el contraste, ya que lo que buscamos es describir escenas sin caer en el expresionismo; mostrar con claridad, precisión y elegancia un ritual de carácter espiritual.
Por lo tanto, lo más aconsejable es contenerse en todos los aspectos del procesado: corregir el punto de blanco con cuidado, no saturar en exceso, conseguir imágenes nítidas y claras bien compuestas, y si tiramos de virados, hacerlo sin violencia.
Ahora bien: las fotos del banquete y la celebración sí pueden interpretarse de una manera más subjetiva. Podemos subrayar las expresiones con el enfoque selectivo (siempre centrado en los ojos) e incluso tirar de viñeteos, pero siempre dentro de un orden que manifieste nuestro estilo.
Y un último consejo: aunque haya sido un recurso estilístico muy empleado por los fotógrafos de comuniones durante milenios, no te rindas a los desaturados selectivos. Es probable que termines arrepintiéndote toda la vida.