Trucos para hacer fotos los hay a patadas, aunque dentro de éstos hay que distinguir entre los elementales, los avanzados y los profesionales. Por ejemplo: emplear la regla de los tercios a la hora de realizar un retrato es algo elemental; fijarse en el histograma al medir la luz es un truco avanzado; mientras que derechear la exposición es un truco al que sólo se puede llegar una vez controlas los trucos previos.
Para qué sirve el derecheo
La utilidad de este truco puede producir tal alborozo entre los neófitos que conviene dejar las cosas en su sitio: el derecheo del histograma no te va a convertir en un maestro de la fotografía. Una buena foto no depende sólo de la limpieza o la corrección de la toma, sino, sobre todo, de la composición, del contenido y del ojo para captar escenas significativas o meramente expresivas.
Gracias al derecheo conseguiremos que en nuestras fotos haya una completa ausencia de ruido y que la definición en todos y cada uno de sus rangos lumínicos sea perfecta sin necesidad de tirar de técnicas tan empalagosas y artificiales como el HDR.
La medición de la luz y el histograma
Aunque disparemos en manual, nuestra cámara siempre nos va a indicar a través del histograma (más información aquí) cuál es el nivel aconsejable de exposición. Es decir: a través de un algoritmo nos dirá la cantidad de luces, tonos medios y sombras que hay en una escena, y además nos aconsejará qué parámetros debemos emplear para que la fotografía esté equilibrada.
Ahora bien, si os habéis fijado, cuando disparamos utilizando los modos semiautomáticos, en muchas ocasiones se pierden los negros o se nos cuela algún quemado. En otras palabras: las escenas complejas no se pueden resolver con la medición automática que realiza la cámara, ya que ésta suele sacrificar determinaos detalles para conseguir una toma equilibrada.
A derechear se ha dicho
El derecheo consiste justamente en forzar la exposición y el histograma para evitar que se pierdan detalles tanto en los negros como en las luces altas, sobre-exponiendo levemente la toma.
Para ello, primero debemos medir la luz de manera puntual allí donde encontremos mayor información o donde se encuentre el motivo del enfoque (todo este proceso hay que desarrollarlo con el modo manual de disparo, por supuesto). Una vez hayamos medido la luz procedente de dicho enfoque, aumentaremos la exposición manualmente, evitando que la fotografía llegue a quemarse, de tal modo que la mayor parte de la información quede almacenada en el lado derecho del histograma.
Para terminar, bloqueamos la exposición para que la cámara no mida nuevamente la luz y disparamos.
¿Qué conseguimos con esto? Con esto conseguimos que la parte izquierda del histograma, que es la zona en la que se almacena el ruido y de la que se obtiene menor detalle, quede en suspenso durante la realización de la fotografía.
Por último, una vez hayamos pasado la fotografía al ordenador, sólo tenemos que ajustar los niveles para recuperar unos negros limpios y llenos de detalles.