Dos son las razones que pueden llevarnos a realizar un uso forzado del procesado de fotos: querer arreglar una foto mal hecha (que, como vimos en el pasado post, carece de sentido) y querer que una foto sea lo que no es. Así, es posible que en tu foto no haya nada fuera de lugar, pero que por sí misma no sea nada del otro mundo.
Es entonces cuando comienza el uso indiscriminado de filtros automáticos, los viñeteados sin sentido o sistemáticos, o los procesos cruzados y viciados. A este respecto conviene aclarar que uno es muy libre de procesar como le venga en gana, pero que cada proceso tiene un origen, un significado y un sentido.
Por todo ello, antes de aprender a procesar es necesario aprender a hacer fotos.
Levantando negros
Este error se suele deber a que queremos salvar una foto que hemos tomado subexponiendo. Ya sea porque nuestra cámara no ha medido bien las luces, ya sea porque no tenemos ni pajolera idea, cuando miramos el histograma vemos que la mayor parte de la luz se acumula en el lado izquierdo de éste, hasta tal punto que los negros carecen de información.
El error consiste en creer que esos negros sin información se pueden recuperar, que la información surgirá de la nada y que de repente veremos aparecer detrás de esos negros alguna clase de detalle.
Para recuperar negros se suben los niveles correspondientes a las zonas oscuras de la foto; sin embargo, cuando una foto está mal tomada, lo único que veremos aparecer en estos tonos son bandas o puntos, que responden a que estamos forzando la luz de la fotografía.
En otras palabras: si hemos perdido la información de los negros sólo nos quedan dos opciones: o asumirlo y aprovechar las luces medias y altas o borrar sin más la foto.
El enfoque forzado
Sí, es triste, pero los objetivos de calidad son caros, por lo que al principio de nuestra andadura como fotógrafos tenemos que acostumbrarnos a los pisapapeles que vienen con la cámara. Esto implica que la calidad de imagen de nuestras fotos será muy mejorable, y que el enfoque puede dejar en ocasiones mucho que desear.
Del mismo modo, mientras no aprendemos a enfocar adecuadamente con los puntos selectivos, en más de una ocasión veremos cómo enfocamos aquello que no nos interesa, obteniendo unos retratos más bien lamentables.
En ambos casos se suele confiar el resultado final de nuestra toma al procesador de turno, creyendo que la máscara de enfoque hará de nuestro pobre objetivo un objetivo mejor o que por arte de magia pasaremos de enfocar la oreja (por ejemplo) a enfocar el ojo.
En el primer caso, es necesario asumir que trabajamos con unos medios limitados, y que exagerar el enfoque puede llegar a ser incluso contraproducente. Así, cuando forzamos demasiado el enfoque digital con Photoshop o Lightroom, veremos cómo aparecen puntos y líneas sobre el elemento sobre-enfocado, destrozando la foto.
En el segundo caso, no sólo no conseguiremos disimular el desenfoque, demostraremos además que aún nos queda un largo camino que recorrer antes de saber hacer una foto en condiciones.
Así pues: si no has conseguido un enfoque extraordinario, no te pases con el enfoque a posteriori, se notarán antes los puntos que el objeto resaltado. Y si lo que pretendes es que lo desenfocado aparezca de repente enfocado, olvídalo y borra la foto.