Lo más divertido de las cámaras todoterreno es, sin lugar a dudas, su diseño. Éste compromete seriamente nuestros gustos estéticos embutiendo una cámara dentro de una serie de carcasas, cintas y materiales que desafían los principios de la ingeniería y el diseño.
Para muestra, el último modelo de Ricoh, que parece un reloj visto desde arriba o un pequeño submarino visto desde un lado. Así, la lente de la cámara, desafiando todas las leyes del diseño industrial de cámaras de consumo, está situada en uno de los lados, lo que en realidad puede resultar hasta ventajoso para sumergirnos en el agua.
La Ricoh WG-M1 emplea un sensor CMOS de 14 megapíxeles y monta un objetivo integrado con un ángulo de visión que alcanza los 160%. Ahora bien, para que no nos aburramos de gran angular, también podemos elegir entre otras tres perspectivas: media, estrecha y submarino.
El modo grabación de vídeo (Full HD a 30p) también hace uso de estas cuatro aperturas, e incluye un estabilizador digital. Además ofrece diferentes modalidades creativas, como la grabación en bucle, los consabidos time laspes, y hasta la grabación de clips a alta velocidad.
En lo que se refiere a su resistencia (razón de ser de la cámara), la Ricoh WG-M1 es sumergible hasta los 10 metros de profundidad, en la que podemos permanecer hasta una hora sin que se resienta. Aguanta caídas desde 2 metros de altura, es resistente al polvo y a temperaturas de hasta 10 grados bajo cero.
Por último, dispone de conectividad WIFI y de un modo de grabación de vídeo que me ha llamado poderosamente la atención y que hará las delicias de los amantes del cine de terror: por detección de movimiento. Es decir: si dejamos la cámara en standby con esta modalidad activada, la grabación saltará automáticamente en cuanto detecte alguna clase de movimiento.
Se espera que el último ingenio de Ricoh salga a la venta antes de navidades, y, por supuesto, se desconoce su precio.
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