Muchos de los que se inician en el mundo de la fotografía suelen llegar tarde o temprano a un dilema bizantino: ¿me compro un monitor mate o uno brillante? Así, cuando ya tienes una cámara que cumple con tus expectativas, varios objetivos y ciertas nociones técnicas, llega la hora de buscar la mejor opción para trabajar con tus fotos en el ordenador.
A grosso modo, las pantallas mate son aquéllas que ofrecen las imágenes sin reflejos ni artificios. Te encuentras cara a cara con el panel desnudo (de los que hablaremos en otro momento), sin nada mediante. Las pantallas glossy, en cambio, son aquellas pantallas en las que se coloca un cristal entre el panel del monitor y el usuario.
¿Con qué fin? Muy sencillo: para recrear colores más espectaculares y contrastados. Los negros son muy negros y los rojos brillantes y algo más saturados. Por supuesto, hay fabricantes que ofrecen pantallas glossy magníficas, pero también es cierto que muchos otros fabricantes enmascaran un panel pésimo bajo un cristal que disfraza sus carencias.
Las consecuencias son obvias: si te gusta la fotografía o pasas muchas horas frente al ordenador (trabajando, jugando o pelando naranjas, da igual), nunca te compres un monitor glossy.
Razones: en primer lugar, las pantallas brillantes se llenan de reflejos con cualquier luz que tengas en tu entorno. Los negros, al estar tan remarcados, reflejan las fuentes de luz, lo que cansa y deteriora la vista. Basta recordar los orígenes de la informática: los primeros monitores que veíamos en las oficinas tenían un protector frente al panel para no cansar la vista.
Segunda razón: si te dedicas a la fotografía, olvídate de cualquier forma de calibración seria y de la fidelidad en los colores. Al saturar éstos y exagerar los negros, las pantallas brillantes no pueden ofrecer los colores que obtendrás cuando imprimas. Carece incluso de sentido cargar los perfiles de impresión, ya que no los podrás apreciar con fidelidad.
Un dato objetivo: es extrañísimo (por no decir imposible) encontrarse un monitor profesional destinado a la fotografía que sea glossy. Echad un vistazo a la página web de NEC y entenderéis a lo que me refiero.
Evidentemente, esta disyuntiva no siempre ha existido, y sólo se popularizó cuando Apple decidió cambiar de política comercial y ganar cuota de mercado a golpe de iPhones.
La multinacional de Cupertino siempre se caracterizó por fabricar ordenadores para profesionales de la imagen y el sonido: fotógrafos, productores, diseñadores, etcétera. Pero hace ya unos tres o cuatro años algo debió indigestársele al señor Jobs, quien decidió cambiar las pantallas mate de sus célebres iMac (una opción barata y de calidad para los profesionales) por pantallas brillantes.
Evidentemente, los nuevos iMac empezaron a venderse como rosquillas (las pantallas glossy son magníficas para jugar o ver películas), lo que propició que incluso los monitores externos de Apple se fabricasen brillantes. A pesar de las quejas de los usuarios profesionales, Apple no ha reculado, y algunos amantes de la marca defienden los monitores glossy contra viento y marea (y brillos).
Actualmente, Apple ha vuelto a ofrecer pantallas mate en sus portátiles profesionales. Eso sí, previo pago de más de cien euros por eliminar el cristal de la pantalla.