Ayer anunciamos la que será la nueva cámara insignia de Canon, la EOS 1D X; sin embargo, sólo ofrecimos una revisión superficial de sus prestaciones para quedarnos en lo verdaderamente importante: el conjunto, los diversos elementos que la convierten en una cámara de ensueño.
Hoy, sin embargo, queremos hacer hincapié en una de sus características más notables, lo que nos ayudará además a tratar una de las especificaciones a las que menos se presta atención cuando se compra una cámara: el procesador de imagen.
Uno puede pensar que los megapíxeles lo son todo y que la nueva y presunta Nikon D800 está muy por encima de esta EOS 1D X por el mero hecho de ofrecer (otra vez presuntamente) 36 megapíxeles. Pero no es cierto. A falta de conocer todas las especificaciones de la nueva Nikon, hay que subrayar que una mayor acumulación de píxeles en el sensor no garantiza bajo ningún aspecto una mayor calidad de imagen. Simplemente permite imprimir a mayor tamaño.
El procesador de imagen de la cámaras réflex es el corazón de su funcionamiento. Es decir: es el encargado de manejar toda la información que llega al sensor interpretando sus valores: color, luminosidad, ruido, definición, etcétera. Por lo que una cámara con un procesador mediocre jamás se podrá comparar con una réflex profesional.
La gran novedad (para mí) de la Canon EOS 1D X es que no monta un solo procesador o un procesador doble, como la “antigua” 1D, sino que monta tres procesadores que superan en potencia y velocidad a cualquier cámara del mercado (bueno, tal vez Hasselblad tenga algo que decir al respecto).
¿Qué quiere decir esto? Pues que la EOS 1D X maneja los 16,1 megapíxeles que componen su sensor de una manera completamente única. Así, si las cámaras réflex suelen medir las escenas a partir de su exposición, realizando una media de claros y oscuros, con el nuevo procesador pasa a medir las escenas no sólo por su luminosidad, sino también por los colores que la integran.
Imagínense el resultado de medir una escena a partir no sólo de la luz, sino también del color. Las transiciones desde los tonos oscuros hasta los tonos luminosos deben ser absolutamente naturales, desterrando las luces quemadas y los negros absolutos.
Sí, todos nos hemos acostumbrado a corregir estas deficiencias de los sensores y los motores de procesado de nuestra cámara echando mano de Photoshop y de los niveles por zonas; pero siempre será mejor que la propia cámara sea capaz de hacer esto por nosotros de manera “natural”, sin forzar las curvas y los contrastes.
Para terminar, este triple procesador no sólo servirá para lograr unos colores y unas transiciones más naturales, sino que además ayudará a manejar el ruido generado por la sensibilidad del sensor de una manera perfecta.
Espero que esta nueva cámara ayude a desterrar la leyenda urbana de los megapíxeles y a que prestemos atención a otros elementos más importantes que el tamaño de nuestras fotos.
[…] o no tienen la posibilidad de renovar su equipo, todas estas noticias sobre las nuevas cámaras de Canon, Olympus y Nikon no hacen sino alargar exponencialmente el tamaño de sus dientes. Así que el […]