Kodak, la marca que popularizase el uso no profesional de las cámaras fotográficas, acaba de anunciar en su página web que ha decidido abandonar la fabricación y diseño de todos los dispositivos de captación de imágenes (cámaras, escáneres, películas fotográficas…) para dedicarse exclusivamente a rentabilizar sus patentes y al mundo de la impresión.
Como ya anunció la marca norteamericana tras su quiebra, su única intención ahora mismo es sanear financieramente la compañía cesando la producción de todos aquellos activos tecnológicos que supongan un esfuerzo o un riesgo de orden económico.
Así, tras la presentación de una nueva cámara híbrida (con muy buena pinta), Kodak discontinuará todos sus productos fotográficos para dedicarse exclusivamente a la venta y al cobro de patentes.
De este modo, pretenden ahorrar unos 100 millones de dólares y comenzar a plantear una nueva estrategia de mercado no deficitaria, que permita pagar sus deudas y no desaparecer por completo.
Ahora bien, aquéllos que hayáis comprado recientemente una cámara, una película, una videocámara o un escáner de la marca, no os echéis las manos a la cabeza. Kodak ha adoptado esta política empresarial justamente para no dejaros tirados. Así, la marca norteamericana continuará dando soporte a todos sus productos y mantendrá la garantía de éstos; aunque, por supuesto, dejará de producir más modelos.
Esta decisión no sorprende en realidad a nadie, y viene a confirmar lo ya anunciado semanas atrás por la propia compañía. Lo que sí resulta interesante es comprobar cómo una marca que parecía destinada a desaparecer material y fiscalmente continúa agarrándose con uñas y dientes a los únicos activos no deficitarios con los que cuenta: el de las licencias y el mundo de la impresión.
¿Qué sucederá una vez Kodak haya logrado sanear sus arcas? Suponemos que pensárselo mucho antes de plantarle nuevamente cara a los fabricantes nipones de material fotográfico.