Ochenta fotos como ochenta soles integran hasta el próximo 12 de agosto “Kontroversielt!”, una exposición profundamente amarillista que se acaba de estrenar en el Museo del Elíseo de Lausana, capital del cantón suizo de Vaud.
La muestra pretende analizar los límites legales y éticos de la fotografía reuniendo en un solo espacio algunas de las imágenes que más ríos de tinta han hecho correr, como la de la muerte de Omayra Sánchez tras la erupción de un volcán en Colombia, la de la llegada del hombre a la Luna o la de Brooke Shields desnuda con sólo diez años.
Así, no sólo se muestra el escándalo de la desnudez de una niña o la presunta inmoralidad de fotografiar a una moribunda; además se denuncia la prostitución de lo real o su malversación a través de algunos de los montajes más célebres de la historia, como el de “El beso” de una enfermera y un soldado norteamericano tras el fin de la guerra (cuando en realidad sólo eran dos actores desarrollando un papel).
Aunque nos coja bien lejos la ciudad suiza de Lausana, no está de más echarle un vistazo a las ochenta imágenes que integran “Kontroversielt!” aunque sólo sea a través de nuestra pantalla, más que nada para que nos paremos a pensar un rato en las consecuencias morales y existenciales que se desprenden de hacer una “mera foto”.
Como ya hemos señalado muchas veces, la fotografía no es en absoluto aséptica. Al basarse casi completamente en el retrato de lo real, de lo que sucede verdaderamente o de lo que pretendemos que suceda, siempre está sujeta a una serie de valoraciones que escapan a lo puramente estético.
Igual que sucede con cualquier otra herramienta expresiva, cuando hacemos fotos tomamos una determinación de orden moral, elegimos un motivo, un objeto, una perspectiva y un sentido; y a ello debe, en gran medida, su valor.