El filón Marilyn Monroe parece no tener fin. A la subasta de objetos, fotos y polaroids de las que hablamos no hace mucho, ahora se une la publicación de una serie de desnudos posados que Lawrence Schiller le hizo al final de su carrera, cuando el fotógrafo tenía apenas veintitrés años (debió temblarle el pulso, desde luego).
Aunque no tenemos ni idea de cuánto habrá pagado la revista Vanity Fair por hacerse con semejante material, lo cierto es que constituye un perfecto reclamo para vender revistas como churros durante el próximo mes de junio.
Además, la glamurosa revista acompañará los desnudos con una serie de textos y testimonios de Lawrence Schiller, quien ha soltado auténticas perlas acerca del estado emocional y psicológico de la actriz.
Según parece, la Monroe mantenía en aquella época una rivalidad encarnizada con Elisabeth Taylor, quien cobraba más por sus papeles y había copado las portadas de todas las revistas de moda gracias a su matrimonio con el genial Richard Burton.
Así que Marilyn Monroe (vaya cotilleo), perfectamente consciente de su atractivo, pretendía subir su caché posando desnuda, como ya hizo durante su juventud.
Es más, Monroe le hizo prometer a Schiller que ninguna de las fotos de la sesión aparecería en ninguna publicación en la que también apareciese su odiada Elisabeth Taylor.
Desde luego, los desnudos de Monroe recién salida de la piscina tendrán un valor que escaparán a lo meramente artístico, y servirán para que la Vanity Fair vuelva a copar los primeros puestos entre las revistas más vendidas.
Lo dicho (para los amantes del más grande mito del cine): atentos al número de junio de la revista de moda y actualidad, seguro que durará muy poco en los estantes de las tiendas.