Cuando a uno no se le ocurre qué hacer con su marchita inspiración, una de las salidas más productivas es buscar en la red proyectos y propuestas comunales en las que se invita a los participantes potenciales a que hagan fotos a partir de unas premisas muy concretas.
Un ejemplo os lo mostramos el pasado domingo con el Roof Topping, que consiste en tomar imágenes de una ciudad desde el edificio más alto de ella empleando exclusivamente picados.
Bien, pues en la página The Burning House nos encontramos con otro proyecto masivo que, si bien no es tan trepidante como el de Tom Ryaboi, sí resulta verdaderamente creativo. Es más, sirve no sólo para ejercitar nuestras neuronas y nuestras técnicas fotográficas, sino, sobre todo, para indagar un poco en nuestra propia personalidad.
Las presupuestos de The Burning House son muy sencillos: imagínate que tu casa comienza a arder y que sólo cuentas con algunos minutos para salvar de su interior todo aquello que consideras indispensable en tu existencia. Luego fotografíalo y compártelo con estos amigos del existencialismo y lo catastrófico.
Si le echáis un vistazo a la página, veréis que nos podemos encontrar de todo, aunque sobre todo se repiten bodegones (es de lo que se trata, desde un punto de vista técnico) que integran libros, discos, fotografías, muñecos y mascotas.
Desde luego, aunque la idea no dé demasiado juego desde un punto de vista fotográfico (ya que se valora la expresión de la propia personalidad a través de los objetos antes que la técnica fotográfica), no está nada mal para pasar una tarde planteándose qué merece realmente la pena y cómo encajarlo en una instantánea.
Y vosotros, ¿qué os llevaríais de casa si ésta empezase a arder?