Aprovechando la tremenda crisis en la que estamos inmersos y las últimas e impopulares medidas adoptadas por nuestro insigne gobierno, hoy vamos a centrarnos en el autor que más y mejor provecho sacó a la gran depresión norteamericana de los años treinta del pasado siglo, dejando una serie de testimonios fotográficos verdaderamente fascinantes.
En otras palabras: a mal tiempo, buena cara y a sacar la cámara a pasear…
A lo que iba: Walker Evans es el fotógrafo de la depresión económica por excelencia, hasta tal punto que la totalidad de su obra ha sido comprada por el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Nació en 1903 en San Luis y pasó sin pena ni gloria por el colegio y la Universidad de la Sorbona. Sin embargo, el crack económico del 29 cambió de raíz su vida. Con una cámara empezó a captar la miseria en la que vivían los más desfavorecidos, y sus instantáneas de los habitantes de las zonas rurales del sur de los Estados Unidos se convirtieron rápidamente en todo un clásico.
En los años 40 recibió una beca de la Fundación Guggenheim y empezó a trabajar como fotógrafo de guerra para diversas revistas, destacando sus fotografías para la revista Fortune.
A partir del año 1965, Walker Evans se dedicó en cuerpo y alma a dar clases de fotografía en la Universidad de Yale, lo que no deja de ser paradójico cuando jamás recibió una sola clase sobre técnica fotográfica en su vida.
Hoy en día, la obra de Evans es considerada como una de las más importantes dentro de la historia de la fotografía documental, y muchas de fotos han pasado a formar parte del imaginario colectivo mundial, representando la esencia misma de la decadencia de económica.