Como ya todos sabréis, hace unos meses la mítica compañía fotográfica Eastman Kodak se declaró en bancarrota y planteó un nuevo modelo de negocio basado en la lucha por sus patentes.
Es decir: dejaron de fabricar cámaras y carretes de fotos para basar todo su negocio en la denuncia a todas aquellas compañías que violasen alguna de sus infinitas patentes (más de un siglo de historia da para hacer patentes de prácticamente todo).
Pero la finalidad de esta defensa a ultranza de sus inventos no acababa (ni mucho menos) en la recaudación del dinero obtenido a través de los litigios, apuntaba en realidad a otro negocio más rentable: la venta de todas las patentes al mejor postor.
Así, lo que queda de Kodak pretendía vender a Samsung o a LG sus “ideas” por un precio que ascendía a los 2.600 millones de dólares.
Ahora bien, dichas patentes no se podían vender hasta que no se solucionasen los litigios que mantenía la compañía con Apple y RIM por cuatro de ellas, y muy concretamente por la que más dinero ha dado hasta ahora a Kodak: la patente 218.
Esta patente viene a sostener que cualquier cámara o dispositivo que permita ver las imágenes digitales antes de realizar la foto está copiando a Kodak, lo que implica directamente a todos los smartphones y al iPad de la manzanita. Así que imagínense el negocio.
Pues bien, el International Trade Comission (ITC) acaba de anunciar que ni el iPhone ni el iPad vulnera dicha patente, por lo que el paquete de patentes de Kodak acaba de perder la mayor parte de su valor.
¿Qué le queda a la compañía de Eastman tras este varapalo? Pues más bien muy poco… ¿Cómo competirán ahora LG y Samsung con el iPhone y el iPad? Pues como debe ser: fabricando mejores productos.