El fenómeno Instagram parece no tener fecha de caducidad. A él van unidos cientos de historias curiosas que ayudan a reflexionar sobre el mundo de la fotografía y el alcance de las redes sociales.
Un ejemplo de esto se encuentra en el trabajo de Aurora Michavila, que ha llegado a tener la nada desdeñable cifra de 148.000 seguidores de su Instagram, en el que va colgando cada poco sus robados.
Aurora no es fotógrafa profesional ni tiene ninguna necesidad de llamar la atención de nadie con sus imágenes. Se dedica a la publicidad y el marketing desde hace ya un buen puñado de años, y ni siquiera emplea una cámara avanzada.
Cuando puede se dedica a pasear con su teléfono móvil y roba fotos, toma instantáneas de personas anónimas con su aplicación favorita y las comparte en la red por el mero placer de poner al alcance de todos los pequeños instantes significativos con los que se va tropezando en el día a día en mitad de una calle o un café.
Eso sí, Aurora Michavila posee una capacidad realmente admirable para captar momentos llenos de ternura y sentido. Besos y abrazos espontáneos, miradas de complicidad, caminos que se cruzan de forma absolutamente fortuita…
Lo más interesante del fenómeno Michavila (si se le puede llamar así) se encuentra sin embargo en el hecho de que no se trata de un hecho calculado, mediado o interesado. Sus fotos no forman parte de una gran campaña publicitaria ni responden tampoco al interés comercial de ninguna marca; Aurora se ha limitado a subir a internet su propia mirada y los propios usuarios de Instagram parecen haberse puesto de acuerdo para encontrar en sus fotografías cierta forma de belleza que cautiva.
Aquí os dejo un enlace a su página para que le echéis un vistazo a su trabajo.
Miguel says
Las fotos no se roban. Aurora, como otros fotógrafos, no es una ladrona que va robando algo a la gente. Simplemente va captando momentos, que enriquecen a todos sin quitar nada a nadie.