Como ya hemos señalado en múltiples ocasiones, la relación entre la fotografía y el cine es muy íntima. Una película es “sólo” una sucesión de fotografías y legión han sido (y son) los fotógrafos que se han pasado al cine y los directores que se han pasado a la fotografía.
María Alché, actriz y cineasta argentina, da buena cuenta de esta relación en “Fallas”, una exposición que se acaba de inaugurar en la Galería Cero de Madrid y con la que realiza un asombroso y sugerente ejercicio mnemotécnico.
Si el retoque por el retoque y el montaje por el montaje son dos de las grandes lacras de la fotografía digital, en el caso de los doce trabajos de María Alché éstos adquieren un sentido narrativo y estético más que necesario.
A través de sus montajes, la artista argentina se inserta en viejas diapositivas de su familia, oficiando una suerte de milagro: estar presente en el momento en el que se conocieron sus padres o en escenas en las que se convierte en una espectadora material de su propio pasado.
Es decir: en “Fallas” el montaje parte de un discurso premeditado o un concepto para generar nuevas realidades fascinantes, imposibles de obtener de otra manera.
Por supuesto, el trabajo técnico llevado a cabo por Alché es impresionante. No es un mero corta y pega. Sus autorretratos (tomados en estos dos últimos años) se integran con las diapositivas del pasado a la perfección, adoptando los mismos tonos, las mismas texturas, las “deficiencias” de las películas de entonces.
Por otro lado, la capacidad de la autora para narrar historias hacen que cada fotografía guarde un secreto, un misterio o un cuento dentro, que es a la vez la narración de su propia vida, de su propia génesis.
La exposición se podrá visitar en la ya mencionada galería hasta el próximo 11 de noviembre.