Nunca es agradable asistir a la desaparición de una de las empresas más importantes en la historia de la fotografía; aunque no deja de ser curioso ver cómo Kodak se dice y luego se desdice mientras trata de sanear las cuentas de su difunta compañía.
Primero fue la bancarrota, luego la desaparición de sus cámaras, posteriormente la retirada de la mayor parte de sus películas analógicas, entonces la venta de sus patentes más valiosas, y ahora, de repente, la desaparición de las impresoras de consumo.
Aunque la compañía californiana continuará trabajando con sistemas de impresión profesionales, en un extenso comunicado subraya su intención de abandonar los sistemas de impresión por inyección de tinta el año que viene, lo que probablemente ha despertado la histeria entre los poseedores de alguno de sus modelos.
Pero que no corra el pánico. Según el mismo comunicado, Kodak continuará fabricando cartuchos de tinta para no dejar tirados a aquellos consumidores que en algún momento confiaron sus impresiones a la marca.
A pesar de la situación en la que se encuentra sumida la gigante de la fotografía analógica, nadie se veía venir este movimiento de última hora; aunque el que esto escribe se plantea si la desaparición de las impresoras de consumo de Kodak tendrá algo que ver con su derrota en la lucha de patentes que mantenía con Apple y RIM.
En cualquier caso, lo que sí es ya un hecho es la desaparición de otro de los activos de la compañía, que tendrá como consecuencia inmediata el despido de más trabajadores y el cierre de otra sección dentro de su organigrama.
De este modo, Kodak ha quedado reducida a un par de películas analógicas para la grabación de películas de cine, la impresión profesional de fotografías y poco más, demostrando que hasta los más grandes pueden desaparecer en cualquier momento.