El que en Occidente no tuviésemos noción de lo que sucedía artísticamente en los países del este se debe, sobre todo, a la represión política. Mientras Millán Kundera pudo huir de su Checoslovaquia natal, el fotógrafo que hoy nos ocupa no pudo hacerlo hasta bien entrados los años ochenta.
El comunismo silenciaba lo que sucedía al otro lado del telón, y por su culpa nos perdimos a un gran número de artistas que han llegado a nuestra cultura hace bien poco.
Es el caso del fotógrafo Jan Saudek, nacido en Praga en 1935 y principal representante de la fotografía de postguerra en los países de Europa del Este.
Sufrió los campos de concentración nazi (escapó de uno y de los experimentos con niños del terrible Josef Mengele) y posteriormente sufrió la represión comunista en su país de origen, Checoslovaquia.
Este ambiente opresivo no logró evitar, sin embargo, que desarrollase su amor por las artes plásticas con paciencia. De hecho, aunque comenzó a hacer fotografías en los años cincuenta, no se vio liberado de su trabajo en una fábrica comunal hasta 1984.
Empezó a disparar por mero hobby en blanco y negro, pero una visita a una exposición sobre el mundo de la familia lo llevó a identificarse con la fotografía, entendida ésta como un vehículo idóneo para expresar sus inquietudes.
A través de la experimentación dio con la pintura sobre fotos en blanco y negro, un método desfasado al que terminó dando un nuevo sentido.
Destacan su juego con ideas contrapuestas, su amor por el sexo, la intimidad o la desproporción, que hacen de su mundo gráfico un universo sugerente y único.
Entre otros premios, se ha hecho con el Artis Bohemiae Amicis (junto a su amigo Kundera) de la República Checa. Además, en 1990 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.