Con motivo del 75 aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno, la Universidad de Salamanca (de la que fue rector, por supuesto) ha tenido a bien organizar una extensa exposición en la que se da cuenta de la relación ambivalente que mantuvo el pensador con la fotografía.
En ella no sólo se exponen retratos del autor de “Niebla”, lo que sería bastante banal, sobre todo se muestran aquellas imágenes que el propio autor fue recopilando a lo largo de su fecunda vida, subrayando sus intereses vitales y su relación con su época.
Recordemos que Miguel de Unamuno fue tan snob como la mayor parte de los intelectuales de su época, y, como tal, estaba muy al tanto de las modas y gustaba de considerarse a sí mismo como un “fotografista”.
De este modo, coleccionaba fotos de los más diversos motivos, además de postales.
La relación de Unamuno con la fotografía era, sin embargo, ambigua (como todo en su vida y en su pensamiento): por un lado le gustaban, por otro le resultaban indiferentes. Nunca se interesó por la técnica fotográfica ni consideró el incipiente medio expresivo como una forma de arte que mereciese entrar dentro de sus lecciones de estética. Pero llama poderosamente la atención la cantidad de fotografías que archivaba.
Conociendo su pensamiento y su enemistad con las vanguardias de principios del siglo pasado, tampoco es de extrañar esta bipolaridad. Unamuno era racio-vitalista, y como tal podía ver en aquellas imágenes en blanco y negro un medio para reproducir la realidad; pero como fenomenólogo le daba mucha más importancia a la relación directa con el mundo y a otras manifestaciones estéticas, como la literatura o la música.
La exposición podéis verla en la Universidad de Salamanca desde ya mismo, y permanecerá abierta hasta el 3 de marzo del año 2013.