Hoy no venimos con buenas noticias, y es que ha ocurrido una desgracia para un gran fotógrafo. El caso es que Daniel Mordzinski, un fotógrafo de prensa conocido como ‘el fotógrafo de los escritores’, ha perdido todo su trabajo desde hace casi treinta años.
El fotógrafo argentino estaba elaborando una especie de atlas humano de la literatura iberoamericana contemporánea, es decir, que quería recoger una imagen de cada uno de los escritores actuales, algo que lleva bastante tiempo, obviamente. Pues bien, estos negativos e imágenes estaban en su despacho en París, ya que Daniel es el encargado de El País en Francia y trabaja en la oficina de Le Monde por el acuerdo que tienen ambos periódicos, y, de pronto, han desaparecido, todo su trabajo ha sido arrojado, literalmente, a la basura.
El pasado día 7 de marzo, su compañero de El País llegó al despacho que compartían y se encontró con el desastre, todo estaba vacío, ni rastro del trabajo de ambos periodistas.
[…] Más allá de la injusticia y del absurdo, me encuentro con la gran paradoja de que Le Monde brinda sus mejores titulares —y estoy seguro de que con los más sinceros sentimientos— para defender la libertad de expresión en Asia, el respeto por las tradiciones cuando hay una guerra o una catástrofe en exóticos lugares como Afganistán, Bosnia o Mali, pero miles de fotografías, centenares de dossiers con la leyenda « Cortázar », « Israel » « Escritores latinoamericanos », « Semana Negra de Gijón », « Carrefour de littératures », « Saint Malo », « Mercedes Sosa », « Astor Piazzola » etc, no les dicen nada y tiran todo a la basura sin consultar nada a nadie.[…], Daniel Mordzinski.
[…] Si no mediaba la estupidez, si esa maldita estupidez no cobraba mayor valor que la palabra entre colegas de oficio, era un sobreentendido que, si LE MONDE precisaba de ese mínimo espacio ocupado por un escritorio, un ordenador y un mueble negro que contenía el incalculable archivo fotográfico de Daniel Mordzisnki, bastaría con una llamada telefónica, un email o una carta, para que éstos hubieran desocupado el espacio que compartían.
Pero la estupidez se impuso, y ahora, en medio de mascullados “je suis désolé”, nadie, ninguna persona de LE MONDE se atreve a decir quién y porqué dio la orden de violentar el mueble que guardaba el mayor tesoro fotográfico-literario, sacar miles de negativos y diapositivas y tirarlos sin más a la basura. En buen español: a la puta basura.[…], Luis Sepúlveda.
Tan solo han quedado las fotografías digitales que el artista guardaba, apenas cien imágenes de toda su gran colección Una desgracia sin ninguna duda.