Según podemos leer en el diario de economía por antonomasia Bloomberg, Kodak ha anunciado oficialmente la salida de su bancarrota, que disparó todas las alarmas hace unos meses entre los fotógrafos más románticos.
La falta de reflejos por parte de la compañía pionera en la venta de productos fotográficos de consumo la llevó a perder cada vez más activos, hasta convertirse en una suerte de dinosaurio obsoleto que no podía hacer frente a un mercado que exigía productos digitales, no analógicos.
Así, tras la declaración de su bancarrota, Kodak se deshizo de sus cámaras y de sus películas para cámaras fotográficas reconociendo su nula rentabilidad. Aunque ha sido sobre todo la venta de patentes a Apple y a Google (es decir: a iOS y a Android) lo que ha conducido a una recuperación monetaria rápida.
Ahora bien: ¿qué es la nueva Kodak? Pues según su jefe ejecutivo, Antonio Pérez, una compañía mucho más modesta y pequeña que no pretende competir con las grandes marcas fotográficas. Ha cambiado por completo su modelo de producción y comercialización y no vende nada a clientes de a pie, sólo a otras empresas.
De este modo, la nueva Kodak se ha especializado en el mundo de la impresión para terceros (packaging y prensa, por ejemplo), la construcción de componentes para tabletas y smartphones y la producción películas analógicas para el mundo del cine.
¿Qué queda entonces de la vieja compañía de Rochester que conquistó el universo de la fotografía analógica de consumo? Absolutamente nada. Aún es pronto para saber si esta “compañía totalmente nueva” se aventurará en un futuro a sacar productos de consumo que puedan plantarle cara a Polaroid o Samsung, pero mucho nos tememos que se lo pensarán al menos dos veces antes de meterse en berenjenales digitales.