Una de las diferencias más notorias entre los fotógrafos clásicos y los contemporáneos es que aquéllos no partían directamente de la fotografía. Si consideramos que a principios del siglo XX la fotografía apenas tenía 80 años de vida, no es de extrañar que apenas existiesen estudios directamente relacionados con ella.
De este modo, era habitual que un científico, un pintor o un arquitecto terminase dedicándose a la fotografía tras pasar décadas centrado en una actividad completamente diferente.
Un ejemplo de esto es el de Jack Delano, artista con mayúsculas nacido en el antiguo imperio ruso (1914) que dedicó la mayor parte de su juventud a estudiar música e ilustración en los Estados Unidos. Así, no fue hasta los años 30, tras recibir una beca para estudiar en Europa, cuando se compró su primera cámara de fotos y decidió dedicarse a la fotografía.
Sin embargo, la concepción que Delano tenía de ésta partía justamente de su talento como músico y dibujante. Para el norteamericano, las reglas de composición, armonía y diseño que primaban en una forma de arte también eran aplicables a las otras.
En consecuencia, su obra es equilibrada, poética y está llena de matices sorprendentes.
Aunque trabajó mayormente como fotógrafo de la FSA (entidad gubernamental dedicada a estudiar la seguridad en las granjas y fábricas), sus estudios de edificios poseen una capacidad evocadora que escapa de lo puramente oficioso para incurrir en la fotografía artística.
En los años 40, cuando el programa de la FSA entró en decadencia al integrarse dentro de la oficina de información bélica (OWI), Delano abandonó el continente para realizar una serie de trabajos en Puerto Rico, isla en la que decidió quedarse a vivir hasta su muerte.
El trabajo de Delano en Puerto Rico abandona la sobriedad de los edificios de su primera época e indagan en la cultura colorista y alegre portorriqueña. Además, aprovecha su vida en la isla para componer música, dirigir películas e ilustrar cuentos y libros que se convierten en la base cultural de la isla.
Murió en Puerto Rico en el año 1997, dejando tras de sí un legado gráfico y sonoro único.