Estamos habituados a hablar del trabajo de fotógrafos mayormente famosos. Las grandes fuentes dentro del mundo de la información fotográfica, que parten mayormente de agencias como EFE, Reuters, National Geographic y similares, nos sirven el nombre de los fotógrafos de los que es conveniente hablar en bandeja.
Asimismo, los premios más relevantes dentro del mundo de la fotografía suelen establecer quiénes son los autores que ocuparán la mayor parte de los blogs dedicados a éste durante todo un año.
Sin embargo, conviene ser conscientes de que fotógrafos buenos los hay a patadas, y que gracias a las redes sociales es posible que se termine produciendo un fenómeno como el que está protagonizando la fotógrafa rusa Elena Shumilova.
Estudiante de arquitectura y dedicada en cuerpo y alma a la fotografía publicitaria y comercial, jamás había ocupado ni una sola línea dentro de las páginas especializadas en fotografía. Su labor era mayormente subterránea (como la de la mayor parte de los fotógrafos), pero una serie de fotos que no tiene absolutamente nada que ver con su trabajo la ha convertido en trending topic dentro de las redes sociales.
Empezó a hacer fotos en serio hace apenas un año y medio, y no tuvo una cámara profesional hasta hace bien poco, cuando se hizo con una Canon EOS 5D Mark II.
La serie consiste en un conjunto de retratos en los que muestra la amistad de sus dos hijos con los animales de la granja en la que vive, así como los cambios estacionales que se producen en su entorno.
Según palabras de la propia Shumilova, lo único que pretende es plasmar el crecimiento de sus hijos en un entorno idílico, no perderse ni uno solo de los momentos que componen su infancia.
Aunque cada una de las fotos de la serie desprende una portentosa destreza técnica, la fotógrafa afirma que sólo se deja llevar por su intuición y por la emoción.