La democratización (o des-profesionalización, o banalización) del fotoperiodismo está llevando a los profesionales del periodismo gráfico a una situación preocupante. La sustracción, uso y explotación de las fotografías realizadas por fotógrafos freelance (y no freelance) por parte de periódicos y agencias de noticias se está convirtiendo en algo usual.
El hecho de que ahora haya una legión de fotógrafos aficionados, ataviados con su iPhone, a los que no les importa que un medio haga uso gratuito de sus pinitos fotográficos está propiciando que algunos editores de noticias hagan suyo aquello de que ancha es Castilla.
El último caso ha sido especialmente sonado por dos motivos. En primer lugar, se trataba de una foto realizada en una manifestación de apoyo a los vecinos de la localidad burgalesa de Gamonal, que está copando las redes sociales; en segundo, la agencia que ha hecho un uso ilegítimo de la misma es (nada más y nada menos) EFE, una de las gigantes de la información mundial.
El autor de la foto de marras, Eric G. Madroñal, es un fotoperiodista freelance que estaba cubriendo la manifestación para Corbis. Subió la misma a Twitter y cuál fue su sorpresa al advertir que dos días después EFE utilizaba su foto en la misma red social. Además, la agencia publicaba la fotografía sin autoría y colocaba sobre ella una marca de agua.
La repercusión social del robo ha sido tan abrupta que EFE ha corrido a reconocer su error y a ponerse en contacto con Madroñal, proponiéndole un pago por los servicios prestados. Sin embargo, el fotoperiodista afectado se ha negado a aceptarlo aduciendo que no sólo quiere el pago por el uso de la foto, sino también por los daños: “Mi dignidad vale más que una cobertura”.