Si hace nada os hablamos de la nueva y muy recomendable Optio de Pentax, hoy volvemos a darnos de bruces con la marca japonesa, que parece estar dispuesta a reventar el mercado (o a sus accionistas) diseñando cámaras compactas que no sabes muy bien por dónde coger.
La Q es la liliputiense y preciosa versión que Pentax ha desarrollado de la incipiente y popular tecnología de los sensores sin espejo. Lo primero que llama la atención de ella son sus reducidas dimensiones y sus prestaciones: con la altura de un pulgar ofrece 12 megapíxeles y un sensor CMOS retroiluminado por led, sobre el que se pueden montar diversos (y diminutos) objetivos.
La cámara (espía) dispone además de cuatro filtros de disparo, flash desplegable, control de la exposición y modalidad raw. Una virguería que tendría más que justificado su precio (unos setecientos euros incluyendo objetivo) de no ser por las deficiencias más que obvias que resultan del uso de un sensor CMOS tan diminuto.
Como todos sabemos, a mayor condensación de píxeles por pulgada, más ruido que gestionar; y a menor tamaño de sensor, menor gama cromática. Pero claro, la cámara es una monada, tiene un cuerpo precioso, pequeño y robusto, y en condiciones óptimas de disparo funciona de maravilla.
Muchos se plantean por qué marcas como Apple sacrifican las funcionalidades de sus productos para preservar un diseño que entra por los ojos, y parece que Pentax, que ha cambiado hace poco de dueño, ha optado por adoptar la misma filosofía en lo que a compactas se refiere.
¿Una compacta con las prestaciones de una réflex (como reza el anuncio de la cámara)? Mientras no haya posibilidad de disparar en modo absolutamente manual y los sensores CMOS sigan dependiendo de la ecuación tamaño – gama cromática – ruido, mucho nos tememos que no.
[…] y ligero sea cualquier producto tecnológico, mejor. Sólo hay que echarle un vistazo a la gama Q de Pentax, a los Macbook Air de Apple o a la delgadez enfermiza de los teléfonos móviles más cotizados […]