Este pasado fin de semana nos hemos despedido de una de las grandes, Martine Franck, que murió el viernes a la edad de tetenta y cuatro años tras una larga enfermedad. Famosa sobre todo por ser la viuda de Henri Cartier-Bresson, la artista de origen belga destacó además como retratista para la Agencia Magnum, a la que estaba ligada desde el año 1983.
Aunque pasó la mayor parte de su infancia y su juventud entre Estados Unidos e Inglaterra, estudió Bellas Artes primero en la Universidad Complutense de Madrid y luego en la del Louvre de París, iniciándose en el mundo de la fotografía en 1963. Tras la muerte de Cartier-Bresson, en 2002 creó la fundación que lleva el nombre de su marido, con el que se había casado treinta y dos años atrás.
Defensora a ultranza de la fotografía en blanco y negro, Martine Franck trabajó durante su intensa vida para un sin fin de publicaciones, centrándose sobre todo en el mundo del retrato. Llegó a crear una agencia de fotografía propia, llamada Agencia Viva, que sin embargo abandonó tras ingresar en la famosa agencia creada por su marido.
Comenzó como ayudante de Eliot Elisofon y Gjon Mili, centrándose en la fotografía de frescos de las principales ciudades de China y Japón; aunque posteriormente, tras conocer a Cartier-Bresson, empezó a conocer y a retratar a los grandes personajes del siglo XX, como Fernando Botero, el gran Marc Chagall o Miquel Barceló.
De esta manera, aunque su producción es realmente extensa e interesante, siempre será recordada por sus retratos a los iconos más representativos de la historia contemporánea.
La ministra de cultura francesa, Aurélie Filippetti ha destacado de ella “su muy bella y lúcida mirada, la de un testigo que era también un artista”.