Aunque el mercado de las cámaras bridge parece destinado a caer en picado hasta desaparecer por culpa de las compactas de objetivos intercambiables, Pentax sigue empeñada en demostrar que es posible apostar por este tipo de cámaras sin sonrojarse.
Y a mí, personalmente, me parece genial, ya que se trata de una tecnología que, aprovechando los últimos adelantos, puede seguir resultando una magnífica opción para iniciarse en la fotografía creativa sin tener que dejarse un dineral en objetivos.
Porque ojo, es cierto que puedes hacerte con una micro cuatro tercios por poco dinero, pero siempre hay que tener presente que a dicho dinero hay que sumar el de los objetivos intercambiables, sin los que no tiene ningún sentido hacerse con una cámara dotada con esta tecnología.
Por otra parte, esta Pentax X-5 viene a demostrar que es posible fabricar una bridge de altas prestaciones con un diseño espectacular y con unas dimensiones muy reducidas. Con su pequeño grip parece una preciosa réflex dimituta.
En lo que se refiere a prestaciones, el nuevo ingenio de Pentax dispone de una lente integrada que va desde los 22mm hasta los 580, ofreciendo una amplia gama de posibilidades que se ve multiplicada por un duplicador digital (¿cuántos poseedores no profesionales de una réflex o una micro cuatro tercios tiene un objetivo que supere los 500mm?).
Además incorpora un estabilizador de imagen y (lo más importante) un sensor CMOS de 16 megapíxeles que permite grabar vídeo en Full HD y disparar con unas sensibilidades que alcanzan los 6400 ISO.
A todo esto hay que sumar una pantalla LCD abatible y un visor electrónico, además de la posibilidad de disparar en diversos modos automáticos (con sus filtros a lo Instagram, cómo no) y (lo que es fundamental) manuales.
En definitiva, una magnífica cámara para introducirse en la fotografía creativa sin andar pendientes de objetivos intercambiables.