Desde el alunizaje de las cámaras sin espejo en el mercado fotográfico mundial, pocas cosas han cambiado en Occidente. Las réflex siguen llevándose el pastel de calle y muy pocos se atreven a cambiar el estable sistema de espejos por el sistema compacto micro cuatro tercios o evil.
Así, aunque las prestaciones de las cámaras sin espejo estén empezando a cuestionar la necesidad de trabajar con cámaras de mayor tamaño, parece que el consumidor occidental medio se resiste a confiar en ellas.
Pero, como sucede con casi todos los productos tecnológicos, en Japón las cosas son muy diferentes. Hasta tal punto, que según el reciente informe publicado por la consultoría nipona BCN, las cámaras sin espejo ya se han hecho con más de la mitad del mercado oriental.
Sin embargo, aunque Canon y Nikon también sean allí las firmas más veneradas y compradas, las cámaras de sistema compacto más célebres no pertenecen a estas multinacionales, sino (por este orden) a Olympus, Sony y Panasonic, que ellas solitas se han hecho con la mitad del mercado.
Sin duda, esto se debe a su olfato para detectar antes que nadie el negocio de las cámaras semi-profesionales de tamaño reducido y a su inteligencia mercantil para invertir gran parte de su presupuesto en la creación y producción de diversos modelos sin espejo; aunque también hay que reseñar que la única cámara de este tipo de Canon ya se ha hecho con el tercer puesto entre las sin espejo más vendidas.
Eso sí, los dos modelos más vendidos siguen siendo la Olympus E-PL3 y la Sony NEX 5-N.
Teniendo en cuenta la crisis financiera por la que está atravesando todo Occidente, no es de extrañar que las grandes marcas de cámaras digitales terminen fijándose antes en el mercado nipón que en el europeo.