La fascinación que ejerce el retrato de nuestro planeta es fácil de explicar. Se trata de una manera de integrarnos dentro del cosmos sin perder de vista nuestra propia identidad.
Hasta ahora hemos asistido a la continua mejora de las fotografías de la Tierra durante el día, pero ahora la NASA nos ha sorprendido con una nueva toma realizada durante diversas noches, con el fin de ofrecer una nueva faceta de nuestra extraña forma de existencia.
La imagen de la Tierra nocturna es una composición que se ha obtenido a través del montaje de las distintas tomas que el nuevo satélite NOAA ha ido tomando del planeta a lo largo de varias semanas.
La nitidez de la imagen debe gran parte de su mérito al sensor empleado, denominado VIIRS, que es capaz de captar la luz natural emitida por el planeta y la luz que emiten las ciudades o incluso los barcos que surcan el mar.
Aunque, por otra parte, el resultado es fruto del esfuerzo de la NASA, que ha esperado a que no haya nubes para captar cada región del planeta sin ninguna clase de interferencia.
El resultado es, sencillamente, cautivador, y todos podemos disfrutar de él descargándonos la fotografía, que pesa unos 400 megas.
En este otro enlace podéis acceder a fragmentos aislados de la imagen, entre los que destaca el perteneciente al ciclón Sandy, que cruzó el Atlántico y la costa de los Estados Unidos justamente cuando se estaba llevando a cabo el experimento fotográfico (ya es casualidad, sí).
La NASA ha aprovechado el experimento para destacar la superioridad de estos estudios sobre los realizados por la Unión Soviética durante los último cuarenta años (“no equiparables” a lo que ellos han conseguido en apenas unas semanas).
La fotografía sirve, por otra parte, para advertir, una vez más, lo diminuta e insignificante que es la civilización (los puntos de luz) frente a la inmensidad de la Tierra, que nunca duerme y parece permanecer indiferente a nuestros esfuerzos por iluminarla artificialmente.