A la hora de afrontar el reto técnico de captar lo que estamos viendo justo de la forma que nos apetece, el primer factor que tenemos que controlar es el ISO. En las cámaras analógicas, el ISO era el valor que nos indicaba la sensibilidad del carrete fotográfico. De esta forma, usábamos una película menos sensible para realizar fotos a plena luz del día en condiciones meteorológicas óptimas (valores entorno a los 100 ISO), y una más sensible para hacer fotos en condiciones de poca luz (de 400 para arriba). Pues bien, esto mismo es lo que debemos hacer con nuestra cámara digital, aunque el funcionamiento del sensor de las cámaras digitales (CCD) sea absolutamente diferente al de las cámaras analógicas.
No obstante, hay que tener en cuenta que, siempre que los valores de exposición sean óptimos (esto lo veremos en el siguiente artículo), la elección de un ISO bajo siempre dará como resultado una mayor calidad de imagen. Esto sucede porque, al utilizar valores ISO altos, el sensor realiza en las zonas con menos iluminación una asignación aleatoria de píxeles. Es como si se inventase la imagen en las partes que no se ven.
En resumen, por tanto, ajustaremos el ISO antes de seleccionar los valores de velocidad y apertura en función de la luz de la que dispongamos (no olvidéis que acabáis de convertiros en cazadores de luz), pero en la medida de lo posible, para evitar obtener fotografías con ruido, no utilizaremos un ISO mayor a 400, aunque el margen de permisividad dependerá también de la calidad de la óptica que utilicemos.
Foto: Horia Varlan
Wely says
Algún consejo para sacar fotitos esta noche a la luna si se deja.
Saludos
ricardoojalvo says
Siento no haber podido responderte antes, Wely. Espero que disfrutaras del eclipse, con o sin fotos. Esta tarde publicaré un artículo con algunos consejos básicos para hacer fotografías a la luna 😉