Hay muchos caminos para aprender a hacer fotos, como revisar a los clásicos, disparar como un loco cientos de instantáneas y ver documentales; pero se nos quedaba en el tintero una de las formas más divertidas de aprender nociones sobre el mundo de la fotografía: ver películas.
Como espectadores ingenuos estamos acostumbrados a ver cine sumergiéndonos en él, dejándonos atrapar por la trama, cayendo bajo el hechizo de un buen montaje, una buena realización o una buena historia. Pero hay otra forma de enfrentarse a una película que es igual de divertida y además más nutritiva (estéticamente hablando): fijándonos en la iluminación, el enfoque, la forma de encuadrar las escenas o el modo de utilizar la perspectiva.
En este sentido, el cine es el hermano gemelo de la fotografía, y puede llegar a ser tan sugerente y aleccionador como comprarse el libro “Los americanos” del genial Robert Frank.
Si hace dos semanas recomendamos un interesante documental sobre el magnífico fotógrafo Steve McCurry y hace unos días hablábamos del objetivo más luminoso que se conoce, empleado por Stanley Kubrick en Barry Lyndon, hoy nos metemos al fin de lleno en el mundo del cine con uno de los directores de fotografía más importantes de la historia: el sueco Sven Nykvist.
Para empezar con el mundo de la dirección de fotografía hemos elegido “Persona”, una película “difícil”, profunda, silenciosa y muy breve. Fue dirigida por Ingmar Bergman en 1966, y se convirtió rápidamente en uno de los experimentos fílmicos más audaces y aplaudidos por la crítica.
En lo que se refiere a la fotografía, la lacónica película sueca ofrece un auténtico festín para el amante de la imagen. Sven Nykvist emplea casi exclusivamente luces naturales, o, en su defecto, luces que recrean una atmósfera natural. El blanco y negro con tonos ocres y texturas suaves y envolventes subraya la sensación de soledad y desarraigo sobre la que se articula el magnífico guión de Bergman.
Las escenas de playas desiertas mezcladas con escenas de interiores en las que se confunden las personalidades de las dos protagonistas del film están tratadas con tal naturalidad e inteligencia que convierten “Persona” en una película anzuelo, que te atrapa aunque no sepas muy bien qué pensar acerca de lo que está sucediendo o de lo que parece estar sucediendo.
El gran trabajo de Nykvist con su colega Bergman posibilitó que diese el salto al cine norteamericano y que tuviese la oportunidad de trabajar con otros grandes como Woody Allen o Polanski. Ganó dos Óscar por su dirección fotográfica en “Gritos y susurros” y “Fanny y Alexander”. Tampoco tiene desperdicio su fotografía en “La insoportable levedad del ser”.