Nada de lecciones de dirección fotográfica o imágenes bellísimas: hoy toca peli con moraleja. Una cinta humorística, descarada y crítica del maestro de la decadencia y el feísmo fílmico: John Waters, que con “Pecker” decidió volcar toda su ironía sobre el mundo de la industria fotográfica.
¿Recordáis cuando nos planteaos hace poco qué hace que una fotografía sea una obra de arte o cómo es posible que una foto mediocre alcance un precio de venta absolutamente desorbitado? Pues bien, por ahí van los tiros en esta película.
John Waters es, sin ningún género de duda, uno de los cineastas más nefastos y a la vez brillantes de la historia del cine. Saltó a la fama allá en los años setenta gracias a su ópera prima: “Pink Flamingos”, una suma descontrolada, demente y repugnante de situaciones grotescas, pornografía muy barata y absurdo.
Si habéis visto las primeras películas de Pedro Almodóvar seguro que estáis familiarizados con esa estética entre punk, estridente y caótica que marcó el trabajo de muchos directores con ganas de dar por saco.
Pero poco a poco, John Waters fue perdiendo fuelle (ay, la edad) y moderó el tono de sus trabajos, abandonando la pornografía para quedarse en una crítica social desmadrada, incorrecta y llena de mal gusto (a pesar de la invención de grandísimos personajes como “El pisoteador de Baltimore”).
“Pecker” puede entenderse como su obra más correcta y ordinaria (común), aunque no deja de tener un guión atractivo y crítico que desmenuza los lugares comunes de la industria fotográfica.
El protagonista de la película, interpretado por Edward Furlong, es un joven aficionado a la fotografía que no tiene ni idea de cómo se hace una buena foto. Con su cámara se dedica a captar los grotescos personajes que conforman su entorno de manera espontánea, como una especie de Ed Wood de la fotografía. Los planos están desencajados, las cabezas cortadas, las luces mal captadas, los retratados trepidados…
Sin embargo, una marchante de arte neoyorkina se fija en su trabajo y queda impresionada, por lo que decide convertir a Pecker en la nueva estrella de la fotografía underground.
Y hasta aquí puedo leer. El resto es mejor que lo veáis vosotros mismos y que saquéis vuestras propias conclusiones sobre el mundo de la industria fotográfica…