El cine norteamericano se caracteriza, además de por sus muchísimas virtudes que no vienen al caso, por frecuentar en exceso un género desalentador: el biopic. Narrar la vida de los grandes iconos de su cultura suele conducir precisamente a la banalización de éstos, que son resumidos en un par de horas para gloria del actor principal, que suele ser el que mayor tajada artística se lleva del asunto.
Pero tampoco saquemos pecho. Los españoles nos caracterizamos por traducir de una manera completamente inverosímil y zafia los títulos de las películas extranjeras. En este caso: “Retrato de una obsesión” (título manido, flojo, aséptico, propio de una peli de sobremesa) para el interesantísimo y sugerente “Fur” (piel, pelaje, pelo artificial…).
La cinta, dirigida por Steven Shainberg en 2006, cuenta con Robert Downey Jr. (lo mejor de la película) y Nicole Kidman (aficionada a encarnar figuras artísticas que le quedan grandes) en el papel de la genial fotógrafa norteamericana Diane Arbus.
Durante algo más de dos horas, “Retrato de una obsesión” narra en clave onírica el periodo de la vida de Diane Arbus en el que ésta mezcla sus inquietudes fotográficas con su desangelada vida de ama de casa, un momento esencial en su periplo desde lo ordinario hasta lo monstruoso.
Aunque la cinta pretende ahondar en la rareza a través de planos y escenas poco usuales en el cine comercial, tampoco es capaz de ofrecer gran cosa salvo cierto aroma que recuerda al mundo deforme de la Arbus, a la que la película se le queda muy pequeña.
Por otra parte, a pesar de que lo que se cuenta no es del todo fiel a la vida de la retratista de monstruos, no deja de ser otra forma de acercarse a una de las más grandes fotógrafas de todos los tiempos.
Lo dicho, una película que termina siendo un telefilme perfectamente apropiado para matar las sobremesas muertas de los domingos y, de paso, para que apaguemos la tele y nos pongamos a indagar en la vida y la obra de la gran Arbus.