Mucho antes de convertirse en un escritor célebre, Paul Auster era un genial narrador que no se repetía tanto como en sus últimos libros. Como buen heredero de la mejor narrativa norteamericana, sus obras se dejaban leer con tal facilidad que uno sentía una perfecta estupefacción al descubrir que tras esa amabilidad verbal y gramátical se escabullían historias complejas llenas de esquinas sorprendentes, coincidencias inverosímiles y un amor continuo por cierta y difusa filosofía del azar.
“Smoke” (1994), dirigida por Wayne Wang e interpretada por actores de la altura de Harvey Keitel, William Hurt, Ashley Judd o el inmenso Forest Whitaker, contiene algunas de las constantes más fascinantes de la obra de Auster (que es, obviamente, el guionista de la cinta), haciendo de la película un espectáculo entrañable en el que diversos personajes se van cruzando hasta coagular en una especie de instantánea en la que adquieren sentido.
Nada de esto tendría nada que ver con la fotografía de no ser por un detalle singular en la vida de Auggie Wren (Keitel) que termina teniendo una repercusión esencial en la vida de los personajes que visitan su estanco: cada mañana, a la misma hora, desde hace catorce años, sale a la esquina que hay frente a su negocio con su Canon AE-1, planta su trípode y hace una sola foto, día tras día, a la misma calle.
Resulta fascinante observar el álbum que Wren va elaborando con esas fotos hasta fabricar un universo de personas anónimas (o no tanto…) que se van conociendo a lo largo del tiempo. Él no es fotógrafo, ni tampoco entiende gran cosa de fotografía. En realidad, se limita a congelar todos los días a la misma hora un instante que se repite pero que jamás es idéntico. Los rostros cambian con el tiempo, los coches son diferentes, algunos no vuelven a aparecer…
Este amor por el azar y por la disciplina es muy habitual en el mundo de Auster, aunque al tratarse de fotografía sus implicaciones nos tocan más de cerca: sin saberlo, casi una década antes de que se convirtiese en una moda, “Smoke” está mostrando uno de los primeros proyectos fotográficos mecánicos.
Hoy en día, Flickr está lleno de proyectos de este tipo, aunque el caso concreto de Wren y su Canon tiene unas implicaciones metafísicas y estéticas que invitan al espectador a meterse de lleno en la capacidad evocadora de la fotografía.