Josef Koudelka es uno de esos fotógrafos nada obvios que sin embargo atesora un talento que muy pocos otros artistas han poseído.
Nacido en Checoslovaquia en 1938, se aficionó desde muy joven a la fotografía, aunque sus estudios (y su trabajo) de aeronáutica en Praga impidieron que se dedicase por completo a ella hasta mediados los años sesenta.
Expuso incluso antes de centrarse por entero en el mundo de la imagen, sin embargo, no fue hasta 1967 cuando decidió poner fin a su carrera como aeronáutico para empezar a recibir un encargo detrás de otro.
Su obra comienza con el retrato de la riquísima vida cultural de Praga, centrándose muy especialmente en el teatro. Sin embargo, poco a poco fue desplazando su foco de atención sobre los marginados y las formas extremas de existencia.
Justo en 1967 publica su primer gran libro, titulado “Gitanos”, y en el que retrata con una maestría singular el universo de los zíngaros rumanos, lo que le valió el reconocimiento por parte de los grandes fotógrafos del momento.
Tras fotografiar la invasión bolchevique de su país natal, huye a Londres, donde pide asilo político y donde reside hasta los años ochenta, continuando con su trabajo dedicado a los gitanos y la gente que vive en la calle.
Su fama crece por momentos, y entabla una profunda amistad con dos grandes de la Agencia Magnum: Elliott Erwitt y Henri Cartier-Bresson, que lo invitan a convertirse en miembro y socio de la empresa.
A partir de los años ochenta su obra es objeto de estudios y exposiciones a lo largo y ancho de todo el mundo, destacando el homenaje que recibió por parte del MOMA de Nueva York.
Entre otros premios, el gran Josef Koudelka se ha hecho con el Hasselblad y el Premio Internacional Henri Cartier-Bresson.