La fotografía que abre esta entrada me fascinó de tal manera que no tuve otro remedio que empezar a navegar como un poseso en busca de información acerca de su autora, la finlandesa Anni Leppälä. Seguro que os ha pasado alguna vez (o al menos, si os interesa la fotografía, debería pasaros): tropezarte con una imagen fuera de contexto y sentir la necesidad de acercarte a ella, de saber más, de aprender y de aplicar lo que estás viendo a tu propio trabajo.
Así que lo de Leppälä fue un flechazo en toda regla. Los colores, la composición y la quietud de una atmósfera tan preciosa y extrañamente onírica me obligó a indagar y a llegar a la conclusión de que la fotografía contemporánea está tan llena de genios en ciernes que no queda otro remedio que admitir que cualquier tiempo pasado no fue mejor.
Anni Leppälä y la Escuela de Helsinki: esos malditos nórdicos
Cuando descubrí que la fotógrafa de mis amores era nórdica y pertenecía a la Escuela de Helsinki empecé a atar cabos. Si uno piensa en Bergman, Kierkegaard, Hamsun o Lars Von Trier de inmediato admite que los artistas nórdicos poseen un instinto único para expresarse en términos trascendentales y mayormente melancólicos.
Poco sol, mucha vegetación y silencio. Sería extraño encontrar una fotógrafa así en nuestro país, donde el bullicio y el clima te obligan a vestir chanclas y a pasarte media vida haciendo fotos en la calle.
La Escuela de Helsinki, que en realidad no es sino el conjunto de autores que exponen en la galería Taik desde 1995, se caracteriza, quiera o no, por la búsqueda consciente o inconsciente de imágenes conceptuales que parten de lo figurativo y lo ambiental. La luz nórdica determina en gran medida la mirada reflexiva de unos fotógrafos que tiran de composiciones sobrias para indagar antes en su propio interior que en lo que sucede en las ciudades.
Anni Leppälä
Al igual que Sanna Kannisto, Nelli Palomäki o Maarit Hohteri, Anni Leppälä estudió en la Universidad de Arte y Diseño de Aalto, antesala de la Galería Taik de Timothy Persons. Tiene sólo 32 años, y al terminar sus estudios fue elegida como la mejor artista joven de Finlandia.
A pesar de su juventud ya ha expuesto en medio mundo, y posee una de las cualidades más difíciles de encontrar entre los fotógrafos contemporáneos: un estilo propio. Es probable que en la Escuela de Helsinki haya aprendido infinidad de trucos que están vedados para el resto de los fotógrafos mortales, pero el universo que muestra a través de su cámara tiene poco que ver con la técnica o la sabiduría fotográfica: sus fotografías muestran un tempo propio sobrecogedor y neutro que parece congelar el devenir de los acontecimientos.
La nostalgia y los recuerdos son la base sobre la que trabaja con un color sobrio y significativo, alejado de los procesados de moda en las páginas masivas, y lejos de decantarse por la expresión de conceptos truculentos (recuerden a Trier y a tantos otros nórdicos) se instala en una medianía reflexiva que resulta desconcertante e inspiradora.
Cada fotografía parece la llave que abre la puerta a una historia íntima que el espectador debe resolver, ofreciéndole un conjunto de claves que pueden interpretarse como una suerte de nuevo realismo mágico.
Aunque lo mejor de todo es que Anni Leppälä nació en 1981 y que sigue aprendiendo y trabajando en Helsinki, que aún nos quedan muchísimos años para ver cómo se desenvuelve ese universo precioso tras el que se adivina una autora fascinante.
Más información: Helsinki School