Como ya señalamos hace unos meses, la Nikon D600 venía lastrada por un importante fallo de fabricación relativo a su maravillosos sensor Full Frame: algunos modelos presentaban manchas en dicho sensor, lo que hacía de una genial cámara que costaba cerca de 2000€ un ladrillo que sólo servía como arma arrojadiza.
En principio, la firma nipona hizo oídos sordos a las quejas de los compradores, ninguneando el problema e incluso lanzando, de forma repentina, la Nikon D610, que calcaba las especificaciones de su predecesora sin presentar manchas en el sensor.
Finalmente, tras la amenaza por parte de una serie de plataformas de usuarios de denunciar a la compañía, Nikon decidió lanzar un programa de sustitución para dejar a sus incondicionales contentos.
Por supuesto, Nikon no es la única que ha tenido que hacer frente a errores de fabricación durante el último año, y su actitud ante sus consumidores ha sido calcada a la de la competencia: negar el problema, buscar soluciones a través de firmware y, finalmente, reconocer el error y sustituir los modelos afectados.
Lo que no sabíamos aún era a cuánto ascendía la cifra destinada por Nikon a reparar los problemas ocasionados por un sensor que no se sometió a los controles de calidad que se esperan de una compañía puntera: 13 millones de euros, que se reparten entre la sustitución de los modelos afectados por las nuevas Nikon D610 y el pago de las indemnizaciones a los nikonistas que denunciaron a los nipones.
Que Nikon haya hecho pública la cantidad de dinero que ha destinado a reparar el problema constituye una clara estrategia comercial destinada a lavar su imagen, ya que recuperar la credibilidad perdida entre los fotógrafos profesionales es mucho más importante que aumentar el margen de beneficios.
Fuente: Nikon