El Royal Observatory of Greenwich (el observatorio de Greenwich, vaya) acaba de conceder sus premios a las mejores fotografías espaciales del año, llenándonos los ojos de estrellas y mostrando el bellísimo trabajo de los fotógrafos más aventurados.
Porque hacer fotos del espacio no es moco de pavo. Se necesita una gran pericia técnica, paciencia y, sobre todo, un equipo de altos vuelos. Para que os hagáis una idea, la cámara más elemental, barata y pobre de las empleadas por los ganadores del concurso consiste en una Canon EOS 5D Mark III.
El mencionado observatorio distingue dentro del certamen cuatro categorías básicas. A saber: mejor fotógrafo joven astronómico, nuestro sistema solar, cielo y tierra, y espacio profundo; además de otras categorías más anecdóticas que incluyen una centrada en la fotografía realizada por robots espaciales.
El británico James Woodend se ha hecho con el galardón a mejor fotografía dentro de la categoría cielo y tierra gracias a una espectacular visión de la aurora boreal sobre un lago glaciar, y es, con toda seguridad, la única fotografía que está al alcance de los meros mortales.
Si le echamos un ojo al trabajo de los otros ganadores, nos daremos cuenta de inmediato de que trabajan con una serie de cámaras, objetivos y teles que cuestan más que la Casa Blanca, y que sólo están a disposición de unos pocos privilegiados que se mueven dentro de un gremio al que somos completamente ajenos.
Si queréis ver todas las imágenes premiadas y (literalmente) flipar, no dudéis en echarle un vistazo a la web del Royal Observatory of Greenwich. Es difícil encontrar fotografías tan bellas y asumir que todas esas formas y colores sean el universo que habitamos.