Que Instagram es el fenómeno fotográfico más relevante de la última década es algo que pocos podrán negar. Nos gustará más o menos, pero es la responsable de que la fotografía esté recibiendo actualmente un auténtico aluvión de nuevos aficionados que están empezando a interesarse por la fotografía de veras.
Los responsables de Instagram (el Señor Zuckerberg), que no son en absoluto ingenuos, han ido viendo poco a poco cómo su aplicación ha empezado a interesar antes como una vía para acceder a una red social que como una aplicación para tomar y tunear fotografías, por lo que al fin han decidido modificar el funcionamiento de la misma para que asemeje a otros programas que sí permiten plasmar nuestra creatividad en nuestras fotos móviles.
Con la nueva versión que acaba de ser lanzada para iOS y Android (la de Windows Phone es un misterio que va para largo), los filtros son atenuables. Esto es: se pueden aplicar de una forma mucho más versátil y flexible, permitiéndonos elegir no sólo en qué medida se hallan presentes en la fotografía, sino también qué elementos de éstos queremos que aparezcan.
En otras palabras: Instagram le ha visto las orejas al lobo (conocido como Snapseed) y ha calcado muchas de sus características, como la posibilidad de ajustar manualmente el brillo, el contraste, el punto de blanco, la saturación, las luces, las sombras, el enfoque o el viñeteado.
En realidad, todas estas opciones se encontraban ya en bruto en todos y cada uno de los filtros que integran la aplicación, lo que sucede es que antes teníamos que contentarnos con que el filtro mismo eligiese los niveles.
De este modo, Instagram se hace mayor y asume que los automatismos terminan cansando a los usuarios una vez han aplicado los mismos efectos una y mil veces; y asimismo empieza a apuntar las maneras de un editor de imágenes cualquiera.
¿Les saldrá bien la jugada?