Saltó la liebre. Cada equis años se produce una innovación real en el mundo de la tecnología y las marcas punteras suelen ser las que más tardan en asumir los cambios de ciclo. En este caso parece que las cámaras compactas sin espejo son esa nueva tecnología, y que Canon y Nokia son las que se están quedando rezagadas a la hora de asumir una nueva tecnología que puede revolucionar el mercado digital.
Según un análisis llevado a cabo por la prestigiosa empresa de economía y mercados Bloomberg, entre Canon y Nikon han perdido el 35% del mercado japonés en los últimos meses, mientras que Sony u Olympus (que ya ofrecen esta nueva tecnología) han visto multiplicada su cuota de mercado.
A priori, las ventajas que ofrecen las cámaras digitales sin espejo son notables. Sobre todo las referidas a su tamaño y a su usabilidad. Así, eliminar el espejo de una cámara con las prestaciones de una réflex implica que el cuerpo deja de albergar el mecanismo que las hace más voluminosas. Sin un juego de espejos es posible aumentar el tamaño del sensor (lo que implica más megapíxeles y menos ruido) y reducir el tamaño de la cámara. Una gozada.
Ahora bien, el problema que se plantea en este momento en lo que se refiere a las prestaciones de las “sin-espejo” está relacionado con el elemento más importante dentro de la fotografía: los objetivos. Sí, las cámaras EVIL (aunque se las llama de muchas otra maneras) ya ofrecen la posibilidad de montar distintos objetivos; pero, por su tamaño, en este momento se hace complicado imaginar que los fabricantes de ópticas sean capaces de ofrecer la misma calidad para una cámara de dimensiones tan reducidas que la que actualmente ofrecen para cámaras réflex.
Imagínense tener que fabricar objetivos de calidad profesional para una montura mucho más pequeña; comprimir un juego de lentes que deben encajar como un tetris en una armadura más o menos voluminosa en un cuerpo mucho más pequeño. Debe ser caro, sin duda, y además implica un trabajo de ingeniería inconmensurable.
En cualquier caso, éste es sólo el principio de una carrera sin espejos a la que parece que Canon y Nikon se están subiendo a destiempo; y, además, hay que tener en cuenta que el mercado japonés, con su filosofía pragmática y minimalista, es muy distinto al mercado occidental.
Para variar, el tiempo dirá.
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