Si hay algo de lo que anda sobrado el cine español es de magníficos directores de fotografía, como lo demuestra el hecho de que éstos hayan sido galardonados en todos los grandes certámenes cinematográficos nacionales e internacionales.
Hoy sin embargo nos enfrentamos a una película en la que la dirección de fotografía y la dirección a secas se entremezclan hasta dar con una síntesis perfecta entre las imágenes que el director tenía en la cabeza y los recursos técnicos que el director de fotografía puso a su disposición.
“El Sur”, de Víctor Erice, es una de esas obras inexplicables que son capaces de marcar un hito dentro de la historia de un género. Por una parte se trata de un film que el director vasco no pudo terminar por falta de presupuesto; y, por otra, encierra tal cantidad de poesía visual y narrativa que es capaz de cautivar y obsesionar al espectador más curtido.
La idea original de Erice era la de desarrollar la película a través de dos escenarios enfrentados: primero el norte de España, donde la fotografía es fría, oscura, repleta de texturas níveas que la cámara recrea jugando con una luz crepuscular llena de contrastes. Luego el sur del país, donde tenía elegidas las localizaciones cerca de Marchena, en la provincia de Sevilla, remarcando la explosión de luz y unos tonos amarillentos que abandonarían la frialdad del norte para dar un giro estético a la cinta.
Pero como Erice no pudo finalizar la película (aunque ésta se puede ver de principio a fin sin echar de menos ni un minuto de más), la fotografía de “El Sur” quedará marcada para siempre por el ambiente de un norte rural, cerrado y melancólico.
El trabajo del director de fotografía, José Luis Alcaine, a este respecto, es fascinante. Desde el primer plano de la cinta uno queda absolutamente cautivado por la delicadeza de unas luces y unos colores mimados hasta la extenuación.
En muchas ocasiones, Alcaine prescinde de la luz artificial para emplear la luz natural que se cuela a través de las ventanas, que parecen resguardar a los protagonistas de una suerte de invierno perpetuo y triste. En otras, las velas marcan los perfiles de las caras como si Vermeer estuviese dibujando las escenas.
“El Sur” es, en definitiva, una sucesión de imágenes cautivadoras de las que se pueden extraer un sinfín de lecciones acerca del tratamiento de luz natural y la artificial, el uso de los negros sin matices, la composición de una escena o el matiz de los colores.
José Luis Alcaine os sonará además por otros magníficos trabajos como “Volver”, de Pedro Almodóvar, y “Belle Époque”, de Fernando Trueba, por las que recibió sendos premios Goya. En 1989 fue galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía.
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