El caso es que, como os digo, fue “en la ciudad de la luz” donde, recién comprada mi modesta bridge de Sony, hace un puñado de años empecé a desear capturar la luz. Es lo que tiene. Esto me hace pensar en la de cosas que habrá en la vida que no estaré disfrutando por el simple hecho de desconocerlas. ¡Qué tremenda enfermedad es la ignorancia!
Disquisiciones filosóficas aparte, hoy os quería mostrar una de las fotos que demuestran mis ansias por poseer esa ciudad. Fue en lo alto del edificio Montparnasse. Mientras observaba la Torre Eiffel con los hombros apoyados sobre una barandilla, se me ocurrió que si Harry Potter era capaz de hacer lo que hacía con una vara seca de olivo, con un alarde de la ciencia como la cámara que sostenía cogida de mi cuello, yo tenía que ser capaz de raptar a la niña bonita de París. Así es que procedí: enfoqué, pronuncié las palabras mágicas (ISO, apertura y velocidad de obturación), y con mi mano derecha me lancé convencido a por mi presa. Así de fácil. En un cuarto de milésima de segundo, la Torre estaba en mi memoria. Ya era mía. No se lo digáis a nadie.
lurdes says
simplemente genial 🙂
¡¡quiero más!!