Tras inaugurar toda una línea de compactas sin espejo de altas prestaciones, Fujifilm ha decidido bajarse del burro para lanzar un modelo más económico que se diferencia de sus hermanas mayores en un punto esencial: la sustitución del sensor X-Trans por un CMOS mondo y lirondo de tamaño APS-C (lo que tampoco es moco de pavo si consideramos los sensores de la competencia).
Esto, sin embargo, no es óbice para que veamos en la X-A1 un modelo de gama baja, ya que, exceptuando el ya mencionado sensor, la compacta no-avanzada de Fuji conserva todas las prestaciones de la gama alta.
Os refrescamos la memoria: 16 megapíxeles con una sensibilidad máxima de 25.600 ISO (lo que tal vez lastre bastante la calidad de la imagen si consideramos la peor calidad del sensor), velocidad máxima de obturación 1/4000, sin visor y con pantalla trasera abatible, casi 6 fotografías por segundo en el modo ráfaga y WIFI integrado.
En lo que se refiere a sus virtudes a la hora de grabar vídeo, la pequeña X es capaz de desempeñar sus labores con una nota de sobresaliente: Full HD sin paliativos.
Por último, ofrece disparos manuales junto a los consabidos modos automáticos y los filtros creativos sin los que nadie parece poder vivir hoy en día.
Ah, y Fujifilm ha lanzado la casa por la ventana para presentarnos todas las características antes detalladas en un cuerpo más vivaracho que el de los modelos superiores (muy elegantes, por cierto): diferentes materiales y acabados en colores que pondrán en tela de juicio nuestros gustos estéticos.
Para variar, aún desconocemos el precio final de la cámara, aunque si tenemos en cuenta que su hermana mayor sale por casi 700€, aventuramos que el de la X-A1 no pasará de los 500.