Pocas veces habíamos visto una manera más basta de solucionar un problema de fabricación en una cámara. Ya no valen las actualizaciones de firmware o la reparación gratuita de los modelos afectados (como tantas veces hemos visto en Canon); directamente, sacamos una cámara nueva.
Es lo que ha sucedido con la Nikon D600, que tras recibir duras críticas por un problema referido a la aparición de manchas en el sensor, ha sido recién sustituida, sólo un año después de su lanzamiento, por la Nikon D610.
Y habrá quien piense que hay muchas réflex que se actualizan cada año o año y medio; pero en este caso no tiene sentido: la Canon D600 es una cámara de formato completo que, al contrario de las de formato APS-C, se renueva cada mucho tiempo.
Así pues, aquí tenemos la nueva Full Frame “barata” de Nikon, que calca casi todas las especificaciones de su predecesora (aunque sin sensor lastrado por manchas): sensor CMOS de formato completo de 24,3 megapíxeles, 39 puntos de enfoque, un ISO que alcanza una velocidad de 25.600, grabación de vídeo en formato FULL HD y una cobertura visual del 100%.
¿Las novedades? Muy poquitas: un cuerpo mejor sellado (aunque igualmente liviano), un nuevo obturador que permite realizar disparos más silenciosos y un pequeño incremento en su velocidad de disparo en ráfaga, que pasa de los 5,5 fotografías por segundo a 6.
Nos imaginamos que después de lo sucedido con su hermana mayor Nikon no tendrá otro remedio que mantener el precio de la réflex de formato completo, aunque tampoco creo que este movimiento vaya a favorecer mucho su imagen. Porque si esta nueva D610 se puede entender como una versión optimizada de la D600, también se puede concebir como un producto que debió sacarse hace un año, no ahora.