A nueva cámara, nuevo objetivo. O, en este caso, casi nuevo objetivo, puesto que Pentax ha acompañado la presentación de la nueva K-3 con una profunda renovación de uno de sus tele zooms más clásicos, el 55-300 mm.
En cualquier caso, se trata de una actualización absolutamente necesaria, ya que de poco nos servía el antiguo modelo en una cámara que, además de pretender convertirse en la mejor cámara de sensor APS-C del mercado (hasta el punto de autodenominarse “profesional” y tirarle los tejos a la legendaria 7D de Canon), cuenta entre sus innumerables prestaciones con la de ser resistente al agua. ¿Y de qué sirve una cámara sumergible con objetivos no sumergibles?
Además de su nuevo sellado para evitar las filtraciones del líquido elemento, el Pentax 55-300 (84,5-446 milímetros si consideramos el factor de multiplicación de los sensores de tamaño APS-C) destaca por su nueva construcción, denominada HD debido al recubrimiento de sus lentes internas, que evita las consabidas aberraciones lumínicas y colométricas.
Si a esto le sumamos dos elementos de baja dispersión y la eliminación del filtro de paso bajo (virtual) en la Pentax K-3, la combinación de los dos elementos puede dar lugar a unas fotografías de altísima calidad, justificando probablemente ese calificativo de “profesional”.
La bayoneta a pasado además a estar construida en metal, y se ha añadido una nueva funcionalidad que permite pasar de el enfoque manual al automático (y a la inversa, cómo no) gracias a una tecnología denominada Quick Shift Focus (la verdad es que siempre ha sido molesto e inoperante el funcionamiento del interruptor clásico para pasar de enfoque manual a automático).
En lo que se refiere a su longitud focal y a su luminosidad, el renovado 55-300 mm mantiene sus características pretéritas: los ya mencionados 84,5-446 mm de cobertura focal y una apertura máxima de f4-5.8.
Su precio rondará los 500€, aunque saldrá más barato si lo compramos junto con la Pentax K-3