Que Hasselblad es una marca de cámaras como la copa de un pino es algo que nadie puede poner en duda. La calidad de sus productos es supina, y hay pocos fabricantes que puedan comparar sus cámaras a las diseñadas y fabricadas por la firma sueca.
Sin embargo, también hay que reconocer que Hasselblad basa la mayor parte de su filosofía empresarial en subrayar de manera constante el esencial papel que jugó en el desarrollo de la carrera espacial.
Que actualmente lancen productos como las incomprensibles (por precio, diseño y prestaciones) Sony NEX recicladas y tuneadas bajo los astrales nombres de Stellar y Lunar no es en absoluto fortuito. Hasselblad saltó a la fama gracias a que fue la fabricante que desarrolló las cámaras con las que las sucesivas misiones espaciales viajaron a la Luna.
¿Qué mejor muestra de innovación y fiabilidad que fabricar una cámara que resiste las extremas condiciones atmosféricas y meteorológicas de nuestro satélite?
Pues bien, la única cámara Hasselblad que viajó a la Luna y volvió a la Tierra (denominada Hasselblad Lunar Module Pilot) va a ser subastada estos días en WestLicht, la misma casa de subastas que no hace mucho subastó una Leica de 1923 por la friolera de 2 millones de euros.
Ésta fue utilizada por el astronauta Jim Irwin en la misión Apolo 15, y con ella realizó 300 fotografías de la superficie lunar.
El hecho de que se trate de la única cámara que volvió a la Tierra (no como la perra Laica, ay) se debe a que los astronautas de las sucesivas misiones Apolo no tuvieron otro remedio que abandonarlas sobre la Luna. Pesaban demasiado.
Sin embargo, tampoco se espera que la subasta de la cámara en cuestión vaya a alcanzar un precio tan astronómico como el que cabría esperar. Así, según misteriosas fuentes, se cree que se venderá por unos 200.000€.