Aunque nuestras cámaras sean tan modernas que terminamos rindiéndonos a la impresión de que vivimos en la era de la tecnología y la innovación continua, gran parte de lo que hacemos con nuestros ordenadores de última generación tiene más años que la rueca. Así, aunque parezca una tontería, la fotografía ya tiene cerca de doscientos años.
Los virados, por ejemplo, comenzaron a utilizarse hace casi un siglo y medio, y su función no era tanto estética (como sucede hoy en día) como pragmática: convirtiendo una imagen a sepia (el más célebre de los virados) ésta se conservaba mejor en el tiempo.
Pero empecemos por el principio: un virado es cambio en la tonalidad de una fotografía en blanco y negro, dando lugar a una imagen en blanco y sepia, blanco y azul, blanco y dorado, etcétera.
Los procedimientos clásicos para obtener virados se basaban en el empleo de distintos productos químicos y tintes sobre el papel de revelado, que viraban los tonos de la fotografía a sepia (con sulfuro), a rojo (con selenio) y a azul (hierro).
Como es obvio, los virados digitales no se obtienen a partir del empleo de líquidos y soluciones químicas, sino manejando los niveles de tonos sobre la fotografía en blanco y negro, imitando los resultados de los virados químicos.
Es decir: aunque hayamos olvidado el sentido originario de los virados (preservar las fotos del paso del tiempo), los seguimos utilizando para obtener efectos estéticos y variantes de la monocromía a través del ajuste de tonos.
En la fotografía digital se suelen destacar los siguientes virados: cianotipo, sepia, selenio, plata, gelatina de plata, oro, paladio y platino. Cuando estos virados se realizan de manera artesanal, el proceso constituye en sí mismo un mundo, diferenciando radicalmente cada variante; sin embargo, cuando se realiza con herramientas digitales, las diferencias entre los distintos virados depende únicamente de la tonalidad que se le da al negro.
Pero ojo, como ya señalamos en entradas anteriores, el blanco y negro más parecido al analógico es aquél que no discrimina la información de los canales RGB, por lo que no tiene sentido aplicar virados a una imagen monocroma. Es necesario conservar los canales de color para realizar adecuadamente los virados.
Por ejemplo: según el último método de conversión a blanco y negro que explicamos en esta misma página (con la herramienta “Blanco y negro” de Photoshop), una vez hemos ido a “Ajustes” y a “Blanco y Negro”, aparecerá un menú en el que podremos elegir cómo se comportan los canales de color cuando transformamos una imagen a blanco y negro.
Bien. Pues justo debajo de las barras de desplazamiento aparece la posibilidad de “tintar” la imagen. Si seleccionamos esta casilla, más abajo podremos acceder a dos barras de desplazamiento con las que obtendremos la tonalidad que deseemos y su saturación. Es decir: manejando estas dos variables tenemos un acceso absoluto a todos los virados posibles.
Por supuesto, hay muchas otras técnicas (más complejas) para conseguir virados digitales, aunque lo más cómodo es bajarse acciones para Photoshop o preajustes para Lightroom que hagan el trabajo por nosotros. Eso sí, es conveniente prestar atención a lo que hace cada acción con el fin de que aprendamos nosotros mismos a aplicar capas, tonos y ajustes a la elaboración compleja de virados.