Cuando el número de rumores es tan grueso, al final alguno tiene que acertar. Es como si en lugar de apuntar a la diana con una sola flecha, lanzas dos mil quinientas a la vez: es más que probable que con alguna aciertes.
Y esto es más o menos lo que ha sucedido con la nueva Fujifilm X-E1, hermana pequeña de la carísima (y buenísima) X-Pro1 y con la que comparte buena parte de las especificaciones que han hecho del sistema X de Fuji el más interesante de las tecnologías sin espejo.
Para empezar, cuenta con un sensor CMOS de tamaño APS-C de 16 megapíxeles, lo que la aleja mucho de las Evil de gama media y baja, que visten un sensor ostensiblemente más pequeño.
Y, para continuar, prescinde del filtro de paso bajo, lo que permite trabajar prácticamente como si nos encontrásemos ante una réflex con sensor de tamaño Full Frame.
Sólo estas dos características hacen de la gama X de Fujifilm la única alternativa viable no ya a las réflex, sino a las Leica, apuntando a la fotografía clásica y a unos resultados cercanos a los de la analógica.
Por otra parte, la Fujifilm X-E1 es más pequeña y ligera que la X-Pro1, y en lugar de emplear un visor híbrido (como todos los rumores apuntaban infructuosamente) utiliza uno electrónico. Eso sí, según el fabricante nipón, el mejor visor electrónico que se ha diseñado jamás (eso habrá que verlo).
Además dispone de una pantalla trasera, todos los modos imaginables de disparo (incluyendo, por supuesto, los manuales), un disparo en ráfaga de vértigo, grabación de vídeo en Full HD y un flash integrado algo más pequeño que el de la X-Pro1.
Estará disponible para el mes de noviembre en dos acabados (negro y metálico) y saldrá por unos 1.300€ junto con un objetivo 18-55 mm f2.8-4.
En definitiva, una cámara magnífica que demuestra que las sin-espejo adquieren sentido cuando tratan de asemejarse a las compactas analógicas de toda la vida.